La situación del país exige mucha prudencia

Nada pierde el Poder Ejecutivo esperando a que se completen los procesos pertinentes. Pero, por lo visto hay una determinación de correr, cuando lo ideal sería hacer las cosas al ritmo correcto.

La Sala Constitucional no encontró roces constitucionales en el proyecto que permitirá la extradición de costarricenses acusados de ciertos delitos.
photo_camera Sala Constitucional

Prudencia, es lo que debe prevalecer en el país, especialmente por parte de los tomares de decisión que, además, por la posición que ostentan, pueden influenciar a grandes grupos de la población.

Y esa prudencia es especialmente importante después de que la Sala Constitucional resolviera la Consulta Facultativa de Constitucionalidad que planteó el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) en torno a cuatro artículos del proyecto de Ley Jaguar, que impulsa el presidente de la República, Rodrigo Chaves.

El mandatario está determinado a limitar los alcances de los esquemas de control de la Contraloría General de la República (CGR), pues atribuye a esa entidad, sin fundamento alguno, una especie de conspiración con sectores políticos que controlan el país, para dejar que se haga lo que ellos quieren, y evitar lo que no les conviene.

Esa prudencia de la que hablamos no es la que hemos visto en las primeras horas después de conocerse el por tanto del voto de la Sala Constitucional. Ajeno a un sentido de responsabilidad, el Poder Ejecutivo se apresuró a replantear el proyecto de Ley Jaguar, a pesar de no conocer el voto integral, que ni siquiera está redactado por ahora.

El presidente Chaves y su equipo debieron esperar. Porque, el por tanto de una resolución de la Sala solo puede ser comprendido plenamente a partir de la lectura completa de las consideraciones de los magistrados.

Lo otro es que en el camino aún queda otra consulta facultativa de constitucionalidad planteada por la propia Contraloría General de la República en relación con el mismo proyecto. La Sala aún no se ha pronunciado sobre ello. Y pueden aparecer elementos adicionales, toda vez que las interrogantes contenidas en esta segunda gestión son más amplias.

Nada pierde el Poder Ejecutivo esperando a que se completen los procesos pertinentes. Pero, por lo visto hay una determinación de correr, cuando lo ideal sería hacer las cosas al ritmo correcto.

Y no olvidemos que lo actuado por la Presidencia de la República solo se basa en una parte de una primera sentencia de la Sala. De allí que perfectamente podríamos estar ante un escenario desconocido, en el que se están sacando conclusiones erróneas.

Este tema no parece ser importante para el presidente Chaves, pero lo es para el país; ese país que él insiste en advertir que defiende cada vez que hace una presentación pública.

Esa permanente vocación de generar crispación debe cesar antes de que alcance niveles inmanejables y ponga en riesgo todo el avance que se ha logrado en este país. Aún en el caso de que las intenciones del mandatario fueran las mejores, aquí cabe recordar aquel viejo adagio que reza: “de buenas intenciones está sembrado el camino al infierno”.

En fin, por ello mismo la prudencia debe marcar todo el proceso de aquí en adelante, al margen incluso de los errores que se hayan cometido ya en el camino. Lo peor sería no advertirlo y evadir las necesarias correcciones.

El tema aquí no es quien figure, ni quien hable más fuerte, ni quien diga las cosas más dramáticas. El futuro del país debe estar por encima de esas prácticas nefastas que anteponen los intereses y las aspiraciones personales o de grupo a los de la Nación.