En la ruta 32 las discusiones deben centrarse en las cuestiones técnicas

No se trata solo de terminar la ampliación de la carretera. Se trata de terminarla bien. No se trata solo de dejarla funcional. Se trata de cumplir con los requerimientos técnicos propios de una carretera principal.
La ampliación de la ruta 32 sigue siendo un dolor de cabeza.
photo_camera La ampliación de la ruta 32 sigue siendo un dolor de cabeza.

La ampliación de la ruta 32, entre el cruce hacia Río Frío, en el cantón de Sarapiquí, y el intercambio a Moín, en el cantón central de Limón, ha sido un dolor de cabeza para cuatro administraciones ya.

Pero, ha sido un dolor de cabeza mucho mayor para los conductores que utilizan esa carretera, que, en el trayecto entre Siquirres y Limón, es hoy la única alternativa real para conectar tanto esos cantones como Matina y Talamanca con el resto del país por tierra.

Este factor resume la trascendental importancia de la carretera, cuya ampliación se ha llevado demasiado tiempo, si se analiza desde un punto de vista estrictamente técnico.

Encontrar salidas a esa compleja situación es claramente una responsabilidad de los políticos, o de quienes, siendo técnicos, ocupan posiciones políticas con niveles de decisión. Pero, en cualquier caso, deben hacerlo con criterios y argumentos técnicos.

Desgraciadamente, no ha sido el caso del ministro de Obras Públicas y Transportes, Mauricio Batalla. El funcionario, hasta marzo pasado, en un nivel técnico, llegó a decir ante una Comisión de la Asamblea Legislativa que la ampliación de la ruta 32 debía terminarse sí o sí.

Y lo reiteró ahora en una entrevista con www.despertar.cr, esta misma semana. Básicamente, en esa premisa justifica la sustitución de varios pasos a desnivel que se iban a construir en la carretera, por rotondas.

Si bien Batalla insiste en que esa es una solución técnicamente viable, su tesis deja dudas cuando admite que se está recurriendo a ella para evitar los extensos procesos de expropiación que se mantienen atascados en los tribunales de justicia.

Pero, al explicar su punto, no se detiene mucho en ello y prefiere señalar a quienes le antecedieron al frente del Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT).

“vamos a estarnos metiendo dentro del derecho de vía. Todas las expropiaciones que ya se habían pedido y se quiera desestimar es porque si no, no vamos a terminar la carretera nunca”, explicó el funcionario. Entonces, de nuevo deja la sensación de que el punto es terminar, independientemente del cómo.

Batalla cuestiona que el proyecto fue mal diseñado. En principio, puede haber una sensación de que eso es cierto. Pero, cuando explica lo dicho, se desvía de las necesarias valoraciones objetivas, para entrar en un peligroso terreno de corte politiquero.

De hecho, criticó que se cortan 64 comunidades a la mitad, dejando las escuelas de un lado y las viviendas al otro lado de la carretera, y se contemplaron solo 20 puentes peatonales para 104 kilómetros de carretera.

Pero, curiosamente, las comunidades están cortadas desde que, originalmente, se construyó la carretera. Y, en cuanto a los puentes peatonales, el propio funcionario terminó por reconocer que no tienen dinero para levantarlos.

Ese tipo de mensajes contradictorios, superficiales y faltos de contenido técnico y propuestas de soluciones habla muy mal de la forma en que las autoridades del MOPT se han tomado el problema, que, por cierto, no es solo de Limón, sino del país. Esta es, insistimos, la única arteria vial que comunica Siquirres con Limón. Es decir, es la única ruta para llegar al principal puerto del país.

No se trata solo de terminar la ampliación de la carretera. Se trata de terminarla bien. No se trata solo de dejarla funcional. Se trata de cumplir con los requerimientos técnicos propios de una carretera principal. Ya es hora de que dejemos de hacer las cosas a medias en este país. Porque, ciertamente, lo barato sale caro. Y en este caso, también es peligroso.