Los riesgos sistemáticos que asume el presidente Chaves

Da la sensación de que está aplicando aquello de que el fin justifica los medios. Y bajo esa premisa, lo primordial son sus intereses políticos, por encima de cualquier otra cosa.
El Presidente de la República, Rodrigo Chaves. Foto Sócrates Colindres
photo_camera El Presidente de la República, Rodrigo Chaves. Foto Sócrates Colindres

Para generar un incendio se requiere tan solo de algo de combustible y un fósforo. Son dos productos que se consiguen con suma facilidad. Controlar ese incendio, sin embargo, implica movilizar al menos un batallón del Cuerpo de Bomberos, con todo un equipamiento especializado.

Y, puede que, en el proceso, la situación se complique debido a la presencia de sustancias inflamables que exigen otro tratamiento y que pongan en peligro otras propiedades. Puede, también, que haya personas que queden atrapadas por el fuego, y que, en el mejor de los casos, sufran lesiones serias, si no es pierdan sus vidas.

Esta reflexión permite hace una analogía con el comportamiento sintomático y peligroso que tiene el presidente de la República, Rodrigo Chaves. Ya hemos apuntado antes que nunca hace una presentación pública sin lanzar todo tipo de acusaciones e insinuaciones en torno a todos aquellos que no piensan como él, o que no apoyan sus tesis. Eso, ya de por sí, es peligroso cuando se vive en sociedad.

Pero, desde que experimentó con un discurso incendiario en Limón, cambió el tono y lo ha vuelto una costumbre. Ahora, cada vez que tiene un micrófono al frente, procura impulsar a las masas a que se vuelquen en contra de las instituciones públicas y quienes transitoriamente están al frente o son parte de ellas.

La mira la puso particularmente en la Contraloría General de la República y la contralora, Marta Acosta. Pero, de a poco, ha ido extendiendo el esquema en torno a la Asamblea Legislativa y su presidente, Rodrigo Arias, además de algunos diputados como el frenteamplista Ariel Robles, el liberal Elí Feinzaig, o la independiente Gloria Navas.

Y no se ha quedado allí. También se ha vuelto costumbre atacar al Poder Judicial, cuestionando magistrados y jueces, y lanzando insinuaciones cuando se aprestan a resolver temas en los cuáles él tiene un interés particular.

Esa es la gasolina que el presidente Chaves ha estado esparciendo sistemáticamente en sus giras por el país. Y lo disfraza señalando que está en una cruzada para que el pueblo recupere las instituciones públicas. Esta semana llegó a decir que ya ese pueblo había recupero el Poder Ejecutivo y que en breve recuperaría los otros dos, en alusión al Poder Legislativo y el Poder Judicial.

En su línea discursiva ha ido creando esa idea de que él es el pueblo, y es el único que sabe qué quiere, qué necesita, y qué le conviene a ese pueblo. Y varias veces ha hecho llamados para que la gente se movilice en las calles en contra de aquellos que no están de acuerdo con él.

Ahora solo falta el fósforo. Y a como van las cosas, es previsible que, si no hay un correctivo, en breve aparezca en escena. Nadie sabe cómo terminarán las cosas cuando lleguemos a ese punto.

Queda la impresión de que el presidente Chaves ha puesto este punto en un segundo o un tercer plano. Porque, da la sensación de que está aplicando aquello de que el fin justifica los medios. Y bajo esa premisa, lo primordial son sus intereses políticos, por encima de cualquier otra cosa.

Este esquema lo hemos visto ya en otros países, con todo y sus consecuencias más nefastas.

Ahora, también las redes sociales nos han permitido ver como algunas personas, no sabemos si por iniciativa propia o como parte de una estrategia elaborada, se han dedicado sistemáticamente a aplaudir todas estas salidas del presidente Chaves, sin ningún análisis adicional. Y eso también es preocupante. Porque, la gente está renunciando a esa posibilidad que nos da la vida de tener criterio propio y de sacar conclusiones propias.

En ese proceso, también están olvidando que aquí no se trata de crear héroes, por más que haya esa tentación de tener ídolos o adorar falsos dioses.

Estamos a tiempo de corregir el rumbo. Pero, cada costarricense debe asumir la responsabilidad que le compete, adoptando posiciones a partir de convicciones propias, definidas a partir de un análisis objetivo y profundo.