Otra alerta sobre la preparación de los médicos

Los servicios de calidad que merecemos los costarricenses requieren de profesionales debidamente capacitados, que puedan encarar de manera apropiada los retos del ejercicio diario de la medicina y sus especialidades.

75 por ciento de los médicos que aplicaron, no superaron la prueba para entrar a una especialidad.
photo_camera 75 por ciento de los médicos que aplicaron, no superaron la prueba para entrar a una especialidad.

Cuando 1.993 médicos toman una prueba de diagnóstico para tratar de ingresar a un programa de especialización, y solo 505 la logran superar, el país está en la obligación de tomar nota de que algo no anda bien en la preparación de esos profesionales.

Ciertamente, no es un problema exclusivo de la medicina. Se observan elementos significativamente preocupantes en muchos otros campos todos los días.

La diferencia aquí es que los resultados de la prueba constituyen un diagnóstico con un fuerte nivel de rigurosidad que permite sacar conclusiones sólidas.

Porque, no se trata de jóvenes que vienen saliendo de la secundaria y pretenden ingresar a la carrera de medicina para tomar una especialidad. No. Son profesionales que ya ejercen la medicina, y algunos otros que están ya por incorporarse plenamente al mercado laboral.

Mucho se ha hablado de la decadente calidad de la educación costarricense, y poco se ha hecho para revertir la situación. En el caso que nos ocupa, no estamos frente a un efecto de la pandemia por el COVID-19. Y la aclaración vale en tanto en los últimos años se ha querido resumir en esa circunstancia todo lo malo que pasa en el país.

Aquí, en realidad, estamos frente a un proceso de degradación que lleva ya varios años. El problema surge de un modelo que no estimula el sentido crítico en nuestros niños y jóvenes. Y se extiende desde la escuela hasta las universidades pasando por el colegio, porque muchas veces no se tienen las condiciones adecuadas para que ellos aprendan.

Pero, también, encontramos en el cuadro a muchos profesores que no recibieron una preparación adecuada para enseñar. Cabe recordar que esto no se resume al nivel de conocimiento que puedan tener quienes imparten los cursos. Deben saber enseñar, y eso, no es algo que todos manejen.

Los resultados de las pruebas promovidas por la Caja Costarricense de Seguro Social no son nada alentadores. Tampoco son para expresar satisfacción ni para disimular realidades, como pretendió hacerlo la presidenta ejecutiva de la institución, Marta Esquivel.

Apenas una cuarta parte de los que aplicaron, pasaron la prueba. Son cifras que tienen que servir de punto de partida para diseñar esquemas correctivos. Y al decir esto, es imperativo entender que el fin no es que quienes se sometan a evaluaciones como estas simplemente las superen. No. Se trata de que una vez que culminen cada etapa de su preparación, estén en condiciones de desempeñar las tareas propias de esa etapa.

Todas las universidades que imparten la carrera de medicina, públicas y privadas, tienen una responsabilidad en este problema. Sin embargo, nada gana el país con que entre todas ellas se lancen acusaciones y cuestionamientos. Tampoco se logra nada con recriminaciones a lo interno del gremio o del Colegio de Médicos.

De igual manera, la solución no se limita a una discusión sobre si la Caja es capaz de retener o no a los médicos especialistas. Todos aquellos que han dejado la institución, están hoy desempeñándose en centros médicos privados, o como profesionales liberales. Es señal de que hay un faltante real, pues encontraron un nicho donde lograron acomodarse. Y eso no surgió de la nada.

Lo que debe darse ahora, es un serio proceso de evaluación, que permita tomar medidas tanto en el plazo inmediato, como en el mediano plazo, que le den un vuelco a la situación.

Los servicios de calidad que merecemos los costarricenses requieren de profesionales debidamente capacitados, que puedan encarar de manera apropiada los retos del ejercicio diario de la medicina y sus especialidades.