La CCSS y el fracaso en el manejo de las listas de espera

Siempre se debe tener presente que, si bien en las listas de espera aparecen solo nombres, esos nombres son de personas; personas a las que el sistema les está fallando; les está arrebatando calidad de vida, cuando no la vida misma.

Hospital Calderón Guardia.
photo_camera Hospital Calderón Guardia.

Costa Rica vivió una época en que las instituciones públicas fueron bastante eficientes en el cumplimiento de las responsabilidades y tareas que la Constitución Política y las leyes les atribuyen.

Pero, de un tiempo a esta parte, se ha ido cediendo terreno, hasta llegar a extremos posiblemente insospechados hace apenas algunas décadas. Y hoy, cuesta encontrar alguna institución pública que, a tono con su pasado, esté a la altura de las exigencias de la sociedad.

Uno de los casos más notorios, y al mismo tiempo, impactantes, es el de la Caja Costarricense de Seguro Social, donde se han ido acumulando listas de pacientes en espera de atención en casi todas las especialidades clínicas, sin que, a la fecha, haya una respuesta apropiada ante el problema.

Un informe presentado a la Junta Directiva de la Caja esta misma semana por Leslie Vargas, jefe de Estadística en Salud de la institución, no sorprende por su contenido, aunque sí porque deja evidencia de que, a lo interno, se conoce con precisión la magnitud del problema.

Y sorprende, también, porque si se tiene la información, debería haber capacidad para tomar acciones concretas a fin revertir la crisis. Eso, sin embargo, no se ha dado.

Por supuesto que se requiere de infraestructura, de equipamiento y de personal especializado. Pero, antes que cualquiera de estos elementos, se requiere de conocimiento, capacidad y voluntad. Y esto es lo que ha hecho falta hasta ahora.

Lo otro es que los diferentes jerarcas que ha tenido la CCSS, desde la Junta Directiva hasta la presidencia ejecutiva, incluyendo también a las jefaturas intermedias, han pretendido resolver el problema de las listas de espera, cuando no ignorándolo como si así desapareciera, procurando abarcar todo de una sola vez.

Sin embargo, la situación exige definir una estrategia puntual por cada especialidad. En ese punto, es importante que los encargados de plantear las acciones, al igual que los responsables de ejecutarlas, se salgan de la espiral en que se han metido, que los ha llevado a ver el problema como parte de la rutina; como algo que no tiene solución.

Y cuando se esté en ese proceso, la meta única no debe ser bajar las listas a cero. Más bien, debe ser, ir reduciéndola sistemáticamente. Aquí aplica aquello de: un paso a la vez. Se requiere de creatividad, no de ocurrencias.

En paralelo, sería bueno, también, que se diseñe otra estrategia para evitar la acumulación de nuevos nombres en esas listas.

El enfoque debe ser proactivo. No hay que abarcar más de lo que se puede, porque eso se traduce en ineficiencia.

Y, sobre todo, siempre se debe tener presente que, si bien en las listas de espera aparecen solo nombres, esos nombres son de personas; personas a las que el sistema les está fallando; les está arrebatando calidad de vida, cuando no la vida misma.

El sistema de seguridad social se creó para todo lo contrario. Esa esencia, es indispensable recuperarla. No nos podemos quedar solo con la otra cara de la moneda, que nos muestra cifras alentadoras, incluso de procedimientos muy especializados y de alto perfil. Porque eso es solo una parte de una tarea mucho más amplia.

Es una tarea que debe encarar la Junta Directiva de la CCSS, pero para ayer, como se dice popularmente.