El discurso antisistema del presidente Chaves

En esencia, en su discurso, la honestidad es un bien casi exclusivo de él y de quienes están de acuerdo con él. Los demás, no pasan la prueba.

Las declaraciones del presidente Rodrigo Chaves se dieron este viernes, en la atención a la prensa sobre el evento de acción oceánica "Inmersos en el Cambio". Foto: Ezequiel Becerra /AFP
photo_camera Las declaraciones del presidente Rodrigo Chaves se dieron este viernes, en la atención a la prensa sobre el evento de acción oceánica "Inmersos en el Cambio". Foto: Ezequiel Becerra /AFP

Estamos en la era de los políticos populistas, que no tienen reservas sobre las formas, cuando de ganar popularidad se trata. Ello, pese a los enormes riesgos que la práctica supone para las sociedades, más allá de las ventajas momentáneas que cada uno de quienes recurren a ese recurso puedan obtener.

El presidente de la República, Rodrigo Chaves ha demostrado ser fanático de esa postura. La ha venido ensayando de manera sistemática desde que ganó las elecciones. Sí, porque, aunque en campaña dejó ver algunos rasgos, la realidad es que el esquema completo surgió después de su victoria en las urnas.

Todo se sustenta en algunos elementos muy puntuales. Primero: un contundente discurso antisistema. Hay que criticar todo lo que hay, porque a una gran base de ciudadanos inconformes o insatisfechos, les llega ese mensaje. Y sí: debemos reconocer que la gente que no ha encontrado oportunidades dentro del sistema, o que no ha aprovechado las oportunidades que se le ofrecen, suele responsabilizar al sistema mismo por ello.

Eso es parte de lo que aprovecha el presidente Chaves cada vez que se presenta ante el público. En realidad, sus discursos carecen de planteamientos de fondo en relación con los problemas nacionales. Son, más bien, manifestaciones incendiarias destinadas a ganar popularidad.

Segundo: como parte de ese mismo esquema -y es bueno poner atención a este detalle- otra de sus líneas discursivas va en el sentido de reafirmar la tesis de que quienes difieren de él, en cualquier asunto, en realidad están en contra del país.

No dice que tiene la verdad absoluta. Pero, esa premisa está en el trasfondo de todos sus mensajes. Y no pierde oportunidad para incorporar ese elemento cada vez que se coloca ante un micrófono o una cámara.

Tercero: sistemáticamente, descredita a sus contrapartes. Es interesante observar cómo no suele argumentar. Más bien, se limita a establecer que nadie es un interlocutor válido. Y para ello achaca desde actos de corrupción hasta niveles de perversión en el comportamiento de los demás.

Además, suele señalar con nombres y apellidos a diputados, magistrados y jueces cuando estos no hacen lo que él quiere. La crítica, de nuevo, va dirigida a restar credibilidad. Es un ejercicio dirigido a conseguir que sus seguidores, cada vez menos dispuestos a pensar y más enfocados en ser reactivos, la emprendan contra ellos.

En esencia, en su discurso, la honestidad es un bien casi exclusivo de él y de quienes están de acuerdo con él. Los demás, no pasan la prueba.

Y como resultado de todo ello, el presidente Chaves ha llegado a entremezclar a las personas con las instituciones. Es decir que, toda la estructura del Estado está manipulada y responde a los intereses de aquellas personas que él cuestiona porque no están de acuerdo con él. Por ende, hay que cambiar las instituciones. No solo a las personas.

En este punto, es imperativo hacer dos apuntes. En primer lugar, todas las instituciones siempre serán perfectibles. Pero el gran tema a la hora de plantear cualquier reforma pasa por tener claros los objetivos de los cambios. No pueden ser para acomodar las cosas a los intereses particulares de nadie como lo han hecho ya otros populistas alrededor del mundo, con resultados nefastos para las mayorías.

Y, en segundo lugar, la sociedad requiere de grandes debates en donde cada parte ponga sobre la mesa sus argumentos de tal forma que estos puedan ser contrastados por la ciudadanía. No hacerlo, obliga a pensar que hay fines ocultos y segundas intenciones.

Eso es lo que se percibe a partir de las actitudes del presidente Rodrigo Chaves. Y claramente, es un ejercicio peligroso para el país.