Belice, un Estado modelo para los canjes de deuda por conservación ambiental

Este mecanismo, llamado "deuda por naturaleza", es considerado una herramienta financiera innovadora para proteger los ecosistemas del cambio climático y la sobreexplotación
Area Protegida Belice 1
photo_camera Vista del Parque Nacional Laughing Bird Caye en Placencia village, en el distrito de Stann Creek, Belice. Foto Pedro Pardo / AFP.

Deuda canjeada a cambio de naturaleza protegida: para recuperar su economía, completamente debilitada por la pandemia de Covid-19, Belice, un pequeño Estado turístico de Centroamérica, recurrió a un proceso innovador.

La propuesta de la ONG estadounidense The Nature Conservancy de prestarle a ese país de 400.000 habitantes fondos para pagarle a sus acreedores fue un salvavidas.

"Habíamos perdido casi el 14% de nuestro PIB", explicó a la AFP el primer ministro, John Briceño, quien resaltó que, con una tasa de desempleo enorme, ya no había suficiente dinero "para administrar" el país. Y esto sin mencionar el pago de su deuda externa.

La iniciativa de la que se beneficia Belice tiene una condición excluyente: que parte del ahorro realizado al canjear su deuda se destine a proteger el medioambiente marino.

Este mecanismo, llamado "deuda por naturaleza", es considerado una herramienta financiera innovadora para proteger los ecosistemas del cambio climático y la sobreexplotación, incluso si los críticos de estas iniciativas señalan que están lejos de ser una solución milagrosa.

"Todos ganan"

En noviembre de 2021, la ONG estadounidense compró deuda soberana emitida por Belice por un total 553 millones de dólares -un cuarto de la deuda pública del país-, negociando un descuento con los acreedores del 45%.

Esta deuda se convirtió luego en un préstamo de 364 millones de dólares a Belice, lo que permitió liberar 180 millones para que el país destine a la conservación del hábitat marino durante un período de 20 años.

La costa de Belice alberga la barrera de coral más grande del hemisferio norte, un hábitat valioso para especies en peligro de extinción como manatíes, tortugas y cocodrilos.

Pero el calentamiento de los océanos provocado por el cambio climático global, la sobrepesca y el desarrollo costero amenazan con destruir este delicado ecosistema.

"Nosotros creemos que todos ganamos con esto", indicó el primer ministro de Belice.

Barbados, Gabón, Ecuador

Desde entonces, The Nature Conservancy ha celebrado acuerdos similares con Barbados y Gabón. Ecuador ha obtenido la reducción de alrededor de 1.000 millones de dólares de su deuda externa, comprometiéndose a cambio a destinar 450 millones de dólares a la conservación de las Islas Galápagos, en el Pacífico.

Este tipo de iniciativas se gestó en los años 1980 pero ahora se está extendiendo considerablemente, subrayó Slav Gatchev, responsable de deuda sostenible en la ONG.

"Un tercio de la deuda de los países de ingresos bajos y medios está en problemas", lo que a menudo significa que las inversiones de estos países en la conservación del medio ambiente quedan por el camino, señaló Gatchev.

Según él, los intercambios de "naturaleza por deuda" son una oportunidad para refinanciar hasta 1 billón de dólares, lo que a cambio generaría 250.000 millones de dólares para proyectos ambientales.

¿Altruista?

Para el investigador Andre Standing, de la Coalición por Acuerdos de Pesca Justa, el ejemplo de Belice sólo fue posible porque el país estaba al borde del cese de pagos de su deuda. El gesto de los acreedores no fue, por lo tanto, muy altruista, agrega.

Aún cree que este tipo de acuerdos no ayudan en nada a resolver la crisis de deuda que afecta a los países en desarrollo.

"Eso es cierto, pero no es la intención", replicó Esteban Brenes, del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, siglas en inglés), que también busca negociar canjes de deuda.

"Vamos a tomar parte de la deuda y utilizar algunas de las ganancias (generadas por los canjes, ndlr) para una mejor causa. Pero no vamos a resolver el problema inherente de ninguna manera", resaltó.

Otra preocupación es que estos países estén aceptando compromisos ambiciosos sin necesariamente cumplirlos, a pesar de que muchos de ellos son jurídicamente vinculantes.

El primer ministro de Belice descarta esta posibilidad, asegurando que el publicitado acuerdo ha reforzado en gran medida la conciencia ambiental de su país, ya mucho más sensible al dragado de manglares, por ejemplo.

John Briceño insistió en que la reestructuración de la deuda es "un muy buen comienzo" e instó a los países desarrollados a aportar recursos para extender estos esquemas.

Por Issam Ahmed