Subasta de concesiones en radio y televisión en el mundo actual

La radiodifusión se ha transformado con la llegada de internet.

Una emisora o una televisora en internet se establecen sobre una infraestructura mucho más sencilla, que exige una menor inversión de partida. Y esa infraestructura también supone menores costos de mantenimiento.

El Poder Ejecutivo confirmó su intención de recurrir a una subasta para concesionar las frecuencias de radio y televisión, dado el vencimiento de los contratos vigentes desde 2004.

A partir de ello, se ha abierto una discusión sobre la procedencia o no de la subasta. Los empresarios del sector defienden la tesis de que corresponde una renovación de las concesiones por otros 20 años, pues así lo establecen los contratos que vencen este viernes.

En cambio, en el Ministerio de Ciencia, Innovación, Tecnología y Telecomunicaciones (MICITT), el criterio inicial era que solamente se podrían ampliar las concesiones por cinco años más por mandato de la Ley General de Telecomunicaciones; tesis que cambió luego, al optar por recurrir a la subasta.

Ese tema, seguramente se tendrá que resolver en instancias judiciales, pues ya hay recursos de amparo en espera de admisibilidad en la Sala Constitucional.

Pero, al margen de ello, ponemos aquí sobre el tapete otro ángulo del tema, que, a fe de ser sinceros, pareciera no haber previsto el MICITT por ahora. Y por ello desde el Ejecutivo se están haciendo números fáciles sobre un millonario fondo que podría ingresar a las arcas del Gobierno por ese concepto.

Con el desarrollo tecnológico que acompañó el surgimiento del internet, la dinámica de los medios de comunicación electrónicos varió de manera sustancial. En un inicio, la radio y la televisión dependían exclusivamente del uso de una fracción del espectro radioeléctrico para lanzar sus contenidos al aire.

En la actualidad, si bien muchas empresas de radio y televisión siguen operando bajo ese esquema, han complementado sus servicios con todas las posibilidades que ofrece internet.

Y si bien a algunos radiodifusores no les gusta que se denomine radioemisoras a aquellas emisoras que no utilizan una frecuencia de radio, la realidad es que, desde el punto de vista del público, no se percibe ninguna diferencia entre unas y otras.

Al final de cuentas, por la vía del internet, también se logra el objetivo de comunicar cualquier contenido. Y el público solamente requiere de una conexión a internet y, por ejemplo, un teléfono móvil.

Esta situación claramente ha cambiado el valor de las frecuencias de radio y televisión si de establecer empresas de comunicación se trata. Y no solo eso: también han cambiado los esquemas de mercadeo alrededor de estos medios, pues muchos anunciantes recurren al internet para llegar a su público.

Ante este panorama, no parece muy apropiado hacer números simplistas sobre lo que podría ingresar el Estado por concepto de una concesión de radio o de televisión. Porque aquí no se puede obviar que, en materia de inversiones, hay un mundo de diferencia entre un esquema y otro.

Efectivamente, una emisora de radio o una televisora requieren para su señal de aire una infraestructura que sigue siendo muy cara. Y luego de adquirirla, se le tendrá que dar mantenimiento de manera sistemática.

En cambio, una emisora o una televisora en internet se establecen sobre una infraestructura mucho más sencilla, que exige una menor inversión de partida. Y esa infraestructura también supone menores costos de mantenimiento.

De hecho, todo esto es lo que ha llevado a una mayor proliferación de emisoras y canales de televisión en el país en los últimos 20 o 25 años, muchos de ellos, sin una frecuencia. Con el añadido de que se pueden establecer en cualquier parte del país, y gracias a las aplicaciones y a la televisión de paga, alcanzan a cubrir todo el territorio nacional sin las limitaciones que conllevan las concesiones cuando de áreas de cobertura de refiere.

En la Superintendencia de Telecomunicaciones parecen tener el tema un poco más claro. Pero, aun así, será muy importante la rigurosidad con que se encare el proceso que se viene. Porque queda la sensación de que se están haciendo números de manera facilista, sin que realmente haya un sustento para pensar en que estos bienes demaniales que tanto defienden desde el MICITT, siguen siendo indispensables para las emisoras de radio y televisión.