El caos político electoral en Estados Unidos

Joe Biden, presidente de Estados Unidos. Foto: Mandel Ngan / AFP.

En un escenario tan convulso como ese, lo que ocurra de aquí a noviembre, puede determinar mucho del futuro de Estados Unidos.

En los últimos 10 años las campañas políticas han venido dando un giro sustancial alrededor del mundo. Para muchos, debido a la entrada en escena de las redes sociales, utilizadas por los partidos políticos como instrumentos de manipulación y desinformación.

Sin embargo, ha sido la incursión de algunas figuras populistas en la política lo que más ha pesado en ese proceso. Y Estados Unidos, que ya de por sí tiene algunas particularidades puntuales en su sistema electoral, no ha podido escapar a esa nueva realidad.

Desde que el empresario inmobiliario Donald Trump entró a la contienda interna del Partido Republicano para buscar la candidatura presidencial en las elecciones de 2016, algo que finalmente consiguió, le dio un giro al escenario político de ese país.

Sus discursos incendiarios, sus manifestaciones extremistas y su desprecio manifiesto por algunos grupos poblacionales como las mujeres y los inmigrantes, han puesto un tono especial a todo lo que ocurre en Estados Unidos desde entonces.

Hay que recordar, además, que su ascenso a la presidencia se dio gracias al sistema electoral, que privilegia, en una elección de segundo grado, los denominados colegios electorales por encima de la voluntad popular. Así, pese a que Trump obtuvo menos votos que Hillary Clinton, igual en los colegios electorales selló su victoria.

Y, de cara a las elecciones del presente año, otra vez Trump es un actor estelar. Pero, también lo ha sido el presidente Joe Biden, quien finalmente cedió a las presiones desde lo interno de su propio Partido Demócrata, y renunció a postularse para la reelección.

Todo eso ha generado un escenario muy complejo, en el que menos de tres meses y medio antes de las elecciones, los demócratas deberán encontrar un nuevo candidato y este, en el papel, debe tener alguna posibilidad de victoria sobre Trump.

No es tarea sencilla para tratar de recuperar la confianza de un electorado que cada vez muestra menos interés en la cosa política en el país. Recordemos que las tasas de participación generalmente se quedan apenas por encima del 40 por ciento.

Ahora bien, más allá de todo esto, llama poderosamente la atención la forma tan poco seria en que importantes figuras políticas estadounidenses hacen manifestaciones públicas. Por ejemplo, del lado de los republicanos, hasta ahora la línea de acción era la de criticar la postulación de Biden debido a su edad. Pero Trump está solo menos de cuatro años atrás de él.

Y, una vez que Biden renuncia a la candidatura, de inmediato se cambia el discurso para señalar que, si él no es apto para ser candidato, tampoco lo es para ser presidente, por lo que debería renunciar.

Los demócratas, por su lado, venían defendiendo que Biden era su candidato y que era el único que podía imponerse sobre Trump, pese a que cada día se le ve más débil. Tras su renuncia a la candidatura, ahora tendrán que renfocar su discurso, porque ya le bajaron el piso a quien quiera que obtenga la postulación.

Para más, todo apunta a que será la vicepresidenta Kamala Harris. Muchos dirigentes le apuntan destacadas virtudes. Pero, no se puede olvidar que su candidatura supone todo un reto en la sociedad estadounidense.

Harris es mujer, y hasta la fecha, ninguna mujer ha alcanzado a ocupar la presidencia de ese país, marcado por un excesivo machismo en muchos frentes, incluyendo el de la política.

Pero, además, es producto de una mezcla racial que incomoda a esos mismos sectores. Hay que recordar que este es un tema que impacta fuerte en una sociedad que todo lo enfoca en función del color de la piel de las personas, como si eso fuese un factor diferenciador de categorías.

Todo ello puede terminar por incentivar el que gente que normalmente no sale a votar, lo haga en esta oportunidad. Y, entonces, las elecciones se vuelven aún más impredecibles como ya lo son por la candidatura de un expresidente. Es algo que no está prohibido, pero que no se ha dado en el pasado reciente.

En fin, en un escenario tan convulso como ese, lo que ocurra de aquí a noviembre, puede determinar mucho del futuro de Estados Unidos.